En una lección de Alexander, reaccionamos al estímulo de una instrucción guiada para ponerse de pie o sentarse o mover una pierna o un brazo. Pero en la vida diaria un estímulo puede ser cualquier cosa: dolor o rigidez, una persona, una actividad o una situación. El estímulo no es importante. Se trata de tomar conciencia de la reacción automática y permitir que eso cambie.
Dejar atrás los hábitos de toda la vida
El estímulo que me he estado dando es una actividad: nadar. Aprendí a nadar a una edad temprana, por lo que está fuertemente relacionado con los hábitos posturales y las emociones de toda la vida. No es una actividad que haya disfrutado mucho, pero quería ver si eso podría ser diferente.
La última vez que nadé hace unos 6 años, me provocó dolor en la parte baja de la espalda, así que dejé de hacerlo. Pero mi movimiento y coordinación han mejorado desde entonces. Ahora quería ver si podía nadar sin sensaciones o asociaciones dolorosas.
Reservé mi primera sesión para un momento de tranquilidad en la piscina. Horas antes sentí que mi sistema nervioso vibraba y estaba en alerta máxima. No estaba cerca del agua, pero aún estaba ansioso y tenso. El estímulo fue fuerte y pude sentir mis sistemas internos a toda marcha.
Notando lo que sucede
En el agua probé diferentes brazadas pero no encontraba el ritmo. Me sentía cómoda en la piscina y con la cabeza bajo el agua, pero coordinar brazos, piernas y respiración era demasiado para mí. Después de 20 minutos salí y me fui a casa. Sentí que me había esforzado demasiado.
Regresé una semana después. Mientras tanto leo Domina el arte de nadar (un enfoque de Alexander para nadar) y vi algunos videos útiles de dos maestros de Alexander que corren Nadar sin estrés cursos
Esta vez me concentré solo en la braza para ver si podía deslizarme por la piscina y exhalar bajo el agua. También decidí observar lo que hacía con la cabeza, el cuello y la espalda cuando me acercaba para inhalar. Se convirtió más en ‘cómo’ que en ‘cuántos’.
Experimenta y aprende
Estaba menos ansioso, incluso esperando mi segundo baño. Me sentí más segura y capaz de experimentar y aprender.
Cuando salí del agua estaba resplandeciente. Pude deslizarme por la piscina, disfrutando de la vista y el sonido de las burbujas de aire bajo el agua mientras exhalaba. Nadé de una manera más coordinada y consciente de mí misma. Estaba más positivo y menos agotado.
A la semana volví, pero el estímulo había cambiado. Había más gente en el carril lento, todos más rápidos que yo. Tuve que parar y recordarme a mí mismo que no estaba allí para competir. Encontré los espacios entre los nadadores y seguí notando mi respiración y deslizándome.
Cambio y elección
Me ha llevado mucho tiempo llegar a esta etapa con una actividad compleja como la natación. Tuve que parar por un largo período porque sabía que el estímulo era demasiado fuerte para superar mis hábitos a largo plazo. Mi búsqueda de deslizarme y respirar fácilmente en la piscina continúa.
Pero el estímulo no tiene que ser grande o complicado. En una lección de Alexander usamos movimientos simples y cotidianos para descubrir algo importante sobre cómo reaccionamos.
Se vuelve interesante y útil observar lo que hacemos a medida que nos permitimos cambiar. Las actividades, situaciones y personas difíciles se vuelven más fáciles de manejar una vez que tenemos más opciones sobre nuestras propias reacciones.
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