Tantra enseña que el tacto puede ser muy poderoso cuando se usa con la intención de sanar y despertar a otra persona. Con una mente abierta y algo de práctica, cualquiera puede aprender a dar y recibir un toque de sanación tántrica. Aprender a dar y recibir contacto con presencia ofrece muchos beneficios.
1) El cuerpo se relaja, se abre y libera la energía bloqueada.
2) Aumenta la conciencia y apoya la curación de todo el cuerpo.
3) Despierta los sentidos, permitiendo que la energía extática se expanda y fluya.
4) Crea una conexión consciente entre el dador y el receptor.
Reserve algo de tiempo para compartir el toque sanador con un amigo o amante. Apague los teléfonos y asegúrese de que no lo molesten durante al menos una hora o dos. Este tipo de toque se puede hacer vestido, parcialmente vestido o desnudo, dependiendo de tu nivel de comodidad. Crea un lugar cómodo para practicar. El área debe ser cálida, libre de desorden, con iluminación tenue y música relajante. Puede trabajar en una camilla de masaje, en el suelo o en una cama.
Haz un saludo al corazón. En Tantra usamos la palabra sánscrita Namaste, que significa honro lo Divino en ti, como un reflejo de lo Divino que hay en mí. Comience esta práctica sentándose frente a su pareja y mirándolo a los ojos. Mantenga el contacto visual durante todo el proceso. Luego, extiende tus brazos hacia la tierra, con las palmas juntas. Inhala y manteniendo tus manos en posición de oración, llévalas a tu corazón. Exhala, mientras te inclinas hacia adelante y reconoces lo Divino en cada uno diciendo, «Namaste». Inhala mientras te enderezas. Finalmente, exhala mientras permites que tus manos regresen a la posición inicial, apuntando hacia la tierra.
Ahora, tómese unos minutos cada uno para compartir sus deseos, miedos y límites. Un límite es lo que necesita para sentirse seguro y permanecer abierto. Acuerde la cantidad de tiempo que se compromete a compartir esta experiencia. Si ambos van a dar y recibir, dividan el tiempo en partes iguales. Decide quién dará y quién recibirá primero.
El receptor luego se acuesta con la intención de entregarse a cada momento y dejarse llevar. El dador tiene la intención de ser un conducto para la curación, un «hueso hueco» para que lo Divino se mueva a través de él. Ambos sueltan cualquier cosa fuera de este mismo momento.
El dador comienza conectándose al cuerpo energético del receptor. Muy lentamente, con las manos de 6 a 10 pulgadas por encima de ellos, escanee todo el cuerpo. Mira lo que notas. Anime al receptor a respirar profundamente en su vientre y hacer sonidos mientras exhala. Deja que tu respiración comience a sincronizarse con la de ellos. A medida que explora el cuerpo, observe las áreas que se sienten tensas, frías o con falta de energía. También observe las áreas que pueden sentirse abiertas, calientes o fluidas. Acaricie suavemente el cuerpo energético hasta que comience a sentirse suave e integrado.
Cuando se sienta bien, coloque lentamente sus manos sobre su cuerpo y tómese un tiempo para «estar» con el cuerpo antes de comenzar a «hacerle» algo. Lentamente, intuitivamente comience a tocarlos. Permita que la sesión surja orgánicamente en el momento, no con su mente haciendo un plan o teniendo una meta. Escuche sus comentarios y siga sus solicitudes con toda su atención. A veces puede pedir orientación. ¿Dónde quieren ser tocados? ¿Cómo quieren ser tocados? Si no quieren hablar, pídales que le den su opinión solo si algo no se siente bien.
Es importante que el receptor ofrezca comentarios positivos con frecuencia. Al decir que sí o hacer sonidos, como ahhhh o hummm. Esto confirma que te gusta lo que se está desarrollando. Cuando brinde comentarios verbales, use la técnica del sándwich. 1) Dar una apreciación. 2) Pedir el cambio. 3) Decir gracias. Aquí hay un ejemplo. «Se siente tan bien que me acaricien los pies. Se sentiría aún mejor si usaran un poco más de presión. ¡Gracias, se siente genial!
Esta es una oportunidad para practicar el arte de la devoción. Toca a esta persona como si fuera un Dios o una Diosa. Permitan realmente que el Amor fluya desde su corazón, a través de sus manos y hacia ellas. Permita que esta práctica se convierta en una meditación, una fusión con el Uno. Termine juntando con una cuchara. Tómese un tiempo para compartir sus experiencias y luego cambie los roles si ese fue el acuerdo.
Namasté’